La muerte de Maximiliano Mérgola ocurrió tras agonizar cinco días, tenía graves heridas provocadas por el fuego que se generó en su celda.
Él y su compañero de celda, Víctor Herrera, reclamaban que los trasladaran porque temían ser asesinados.
Según la agrupación Zainuco, el sistema de agua para actuar ante estas emergencias no funcionaba. Y ambos presos murieron.
Esta semana se informó que una jueza decidió cerrar el ingreso de más presos a la U11 porque hay hacinamiento “y todo tiene un límite”.
Pero no hay lugar para presos en ningún lugar de la provincia. Aunque hay muchas más personas presas, no bajó el índice de inseguridad.
No se otorgan salidas transitorias y se ingresan nuevos condenados por lo que se produjo un cuello de botella.
La salida más rápida sería la adaptación de un ala de la cárcel de Senillosa que podría estar disponible en unos meses.