Vanessa Coñaqueo decidió seguir su deseo de bailar y enseñar y en el proceso dejó a un marido violento. Arrancó en Toma Norte pero siguió en el SUM de Cuenca XV y ahora enseña a bailar a más de 50 mujeres.
Cualquiera entra a la clase siente la energía positiva del movimiento y la danza. Y no hay excusas que valgan. Algunas alumnas tienen remeras feministas auspiciadas por la Legislatura provincial y otras bailan en jeans o descalzan, porque no tienen ropa deportiva. Pero no importa, realmente no importa, lo único que vale es bailar.
Y cuando la música se apaga, llega la charla. “Es el momento para poder “contar lo que te pasa”, dice Vane.
La clase es un espacio en el que hay mucha escucha y muchos abrazos pero “falta contención social, con gente preparada porque afrontamos temas muy graves”, aclara la profesora y pide que haya más lugares donde acudir.
Perla es una de las más antiguas en el grupo, que comenzó en Toma Norte “cuando éramos dos o tres” y ahora el espacio está ocupado casi totalmente. “El grupo te acerca, nos apoyamos aunque haya diferencias”, dice.
Las integrantes del grupo, además de bailar, se suman a festejar cumpleaños, se juntan y organizan salidas. Viajaron a San Luis y fueron protagonistas de la Fiesta de la Confluencia en dos oportunidades y ello las unió más aún.
Algunas llegaron con el objetivo de bajar de peso, de salir del aburrimiento, de controlar los valores de la diabetes, pero además encontraron “una nueva manera de ver la vida”.
A algunas las envió el médico, a otras el deseo de cambiar de aire les hizo superar la timidez. Hay adultas mayores, hay adultas jóvenes. Todas tienen algo en común, que creen en la comunión de mujeres para superar las dificultades y los desafíos que plantea la vida en el Oeste.
Si te querés sumar, lunes y miércoles a las 18 horas y viernes a las 17. Son talleres gratuitos de baile en el SUM de Cuenca XV y también hay clases en el Gigante del Este, en barrio Provincias Unidas.